Con
respecto al Bondage o al BDSM, resulta claro, como muchas otras temáticas, que
sobre las prácticas sexuales y a partir, sin duda del Vaticano hace siglos,
existen una fortísima catarata de infundios, falacias y malversaciones.
Ni
la infancia es un factor, ni el gusto por tomar un suave látigo de cuero (no es
el que muchos se imaginan) tiene que ver con alguna enfermedad mental. Tampoco,
entre las 4 de 10 parejas en el mundo que practican el Bondage, nadie a sido
violado en su infancia para tener tan alto gusto sexual.
En
este punto, sería justo reconocer que deben haber pervertidos/pervertidas.
Tanto o menos que entre los que practican el “sexo convencional”.
¿se
entiende?
Incluso,
nadie padece de corazón o amor entre el 40% de la población adulta mundial que
en su intimidad, tienen fantasías sadomasoquistas.
Leí
en la web, un excelente artículo donde se indicaba “gozar imaginándose siendo
atada/o, humillada/o, latigando y/o similares no tiene nada de aberrante.
Nuestra imaginación es libre… y por cruel o extrañas que sean nuestras
fantasías son solo eso.
En
cuanto a convertirlas en realidad, las cifras son más conservadoras: sólo entre
el 7 y el 14% las llevan más allá de lo imaginario”.
Pero
los porcentajes, sin duda, serían mayores si incluyeran a quienes gustan de
juegos tan inocentes como vendarse los ojos, esposarse o darse unas cuantas
nalgadas en casa.
“Es
de agradecer, pues, el fenómeno Grey, que está propiciando que se hable sin
tantos tapujos del tema ¡y reanimando muchas alcobas!