Depende mucho del propio entorno socio-cultural para
inclinarse hacia una u otra interpretación al referirse al BDSM.
Fuera de lo académico pude ser una
práctica diabólica para los ultra ortodoxos de diferentes credos, fruto de una
enfermedad mental para muchos (por desgracia también cultivados entre ellos),
un delito tipificado y motivo de castigo en algunas legislaciones, un estilo de
vida de algunas subculturas, una alternativa al sexo convencional, amén de
otras interpretaciones.
Desde el punto de vista psicológico, y sin entrar en
detalles freudianas la acepción más acertada es que es una de las parafilias
más comunes. Las parafilias (sadomasoquismo, fetichismo, voyerismo, zoofilia,
etc.) son un grupo de trastornos cuya
sintomatología esencial es la presencia de necesidades y fantasías sexuales
intensas y recurrentes que generalmente suponen excitación sexual con objetos
inanimados, sufrimiento o humillación propia, relaciones no consentidas (el
acto con menores, violación).
Conviene resaltar que un trastorno no es
equivalente a enfermedad, de facto, en 1994, el sadomasoquismo fue eliminado
del listado de enfermedades mentales siempre y cuando se realiza de manera
consentida.

Como curiosidad se puede mencionar que el
sadomasoquismo es la única parafilia que se da en una relación parecida tanto
entre hombres como entre mujeres, siendo las otras casi exclusivas del varón.
Para ver su difusión entre la población, uno de
los pocos estudios que se han realizado mundialmente siendo ese estudio español
de 1999 una referencia. Según él un 23% de los hombres y un 19% de las mujeres
habían admitido haber realizado alguna práctica BDSM, y el porcentaje se
incrementa al 33% y 45% respectivamente en los que han tenido al menos
fantasías al respecto.
Por la delicadeza de la temática cabe suponer que los
porcentajes sean incluso más altos por la falta de auto reconocimiento de
algunos de los encuestados.
Desglosando al Sadomasoquismo en sus componentes, el
sadismo y el masoquismo, el porcentaje de los sádicos es significativamente más
elevado en los hombres y el masoquismo en las mujeres. De hecho la adoptación
del rol dominante por parte del hombre como activo y de la contraparte sumisa
por parte de la mujer como pasiva se da en la mayoría de actos sexuales
convencionales, aunque sea de manera suave.
En el reino animal no es preciso
mostrar ejemplos clarificadores para entenderlo, ni se intenta clasificar los
comportamientos de unos animales u otros como aberraciones o perversiones.
